El trabajador ante la materialización de los factores psicosociales puede padecer una serie de efectos negativos que afectarán a un gran número de aspectos de su vida cotidiana, no sólo en su salud física y psíquica, sino también en sus relaciones sociales y familiares, con el evidente deterioro que igualmente se producirá a nivel profesional.
Para el trabajador:
- Enfermedades cardiovasculares, alteraciones gastrointestinales, afecciones cutáneas, etc.
- Debilidad corporal, que puede acarrear desmayos, fatiga…
- Alteraciones de la conducta, de las capacidades cognitivas, emocionales, etc.
- Angustia e irritabilidad
- Falta de relajación y concentración.
- Dificultad de racionalización en la toma de decisiones.
- Falta de entrega, dedicación y sentimiento de pertenencia en la organización.
- Sensación de depresión constante.
- Insomnio.
- Desajustes en el sistema nervioso.
- Alcoholismo, bulimia…
- Destrucción de la autoestima de la persona.
Relacionales:
- Inadaptación a la relación con el entorno: mayor susceptibilidad, hipersensibilidad a la crítica, desconfianza, aislamiento y evitación social, además de una más que posible agresividad, hostilidad, cinismo o pesimismo.
- Problemas de pareja, con la familia, amigos, etc.
Para la empresa:
- Aumento del absentismo.
- Aumento de la siniestralidad laboral.
- Deterioro de la calidad en los servicios o productos ofrecidos.
- Descenso del rendimiento.
- Reducción en los beneficios.
- Degradación del ambiente de trabajo.
Para la sociedad:
- Los costes derivados de las bajas, tanto por accidentes como por enfermedades, sus correspondientes tratamientos, suponen un gran coste para la sociedad.